El confinamiento 24/7 a título de cuarentena
nos ha brindado a todos la gran oportunidad
para poder visualizar lo que no nos encadena,
lo especial, el ser, lo básico para la humanidad.

He podido sentir lo que tenemos de esencial
en cohabitación, en convivencia y en coexistencia
revelándose lo divino, lo puro y lo trascendental,
con inteligencia, ingenuidad e inocencia.

He comprobado la verdadera comunicación,
la del corazón, la sonrisa, las lágrimas y el silencio
en intimidad con certeza y también con confusión
a través del respeto, amor, valor y sin precio.

No he encontrado desde lo racional la respuesta
a lo que está aconteciendo como circunstancial
de un proceso catastrófico que lo llevamos a cuesta
y que a la filosofía y a la ciencia le resulta descomunal

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