Gracias por ser guía que cuida, acompaña y orienta,
gracias por aclarar las dudas para la protección,
gracias por darnos la seguridad que nos alienta,
gracias por la calma y por evitar desesperación.
Gracias por expresar entusiasmo y no confusión,
gracias por señalar lo relativo del miedo y ansiedad,
gracias por evitar el horrible pánico y la depresión,
gracias por ver lo confortable y no la comodidad.
Gracias por diferenciar a la familia de un hogar,
gracias por abogar por los papás y los esposos,
gracias porque la luz del niño logramos visualizar,
gracias por hacer de la vida hechos gozosos.
Gracias por no ser indiferente con la humanidad,
gracias por defender al niño, el maduro espiritual,
gracias por hacer triadas de poder y grandiosidad,
gracias porque vemos en los hijos lo excepcional.