Solo requiero que me recibas con ternura,
que con empatía demuestres sensibilidad
y tengas presente un actuar sin premura;
ya que soy pureza, naturaleza y humanidad.
Estoy en conexión con la nada y la unidad,
sin espacio, sin dualidad, ni la separación.
No hay tiempo, solo brillo, no luminosidad,
ni la cultura que interfiera, no hay confusión.
Escucho de mi organismo la nítida melodía con el relajante, sutil y cómodo movimiento,
lo que arrulla y permite la perfecta armonía,
con el oído interno, capto el funcionamiento.
Me comunico al extenso y complejo exterior,
con la placenta y líquido amniótico en fusión
percibiendo el tacto, el gusto, olor y sabor,
así como ruidos y sonidos sin perturbación.
El poder de las caricias