Había una vez un gato joven con una mujer mayor muy amorosa y sin descendencia, que lo cuidaba y protegía con mucho esmero y pulcritud.
El gatito periódicamente daba rienda suelta a sus instintos, emociones e inteligencia y le sobraban motivos para por las noches irse a buscar su gata preferida, la misma que como no estaba en celo lo rechazaba y lo rechazaba, maltratándolo sin
que esa fuera su intención y propósito; solamente se defendía.
Al día siguiente regresaba a su casa todo ultrajado lo que ocasionaba mucho sufrimiento a la señora amorosa.
Cómo está escena se repetía y ocasionaba sufrimiento a la señora, ella decidió por piedad consultar con el veterinario el que luego de revisarlo sugirió la castración como solución a este comportamiento.
La señora aceptó y el veterinario procedió, con el pasar del tiempo todo parecía haberse solucionado, sin embargo luego de dos años la escena lastimera se repitió por lo que la señora acudió nuevamente al veterinario el mismo que sorprendido al ver este excepcional caso sugiere la consulta con un psicólogo que pueda indagar la historia y biografía del gatito para identificar algún trastorno de este origen.
Luego de diez sesiones de psicoanálisis, diez de análisis transaccional, diez de constelaciones familiares y terapias de regresión, al parecer parecía que el gatito había recuperado su gobernabilidad y es dado de alta.
Todo marchaba en aparente calma no repitiéndose las no aceptadas salidas, sin embargo al término de cuatro años el impulsivo animalito repite sus andanzas y sus lastimeras consecuencias, como es de esperarse la señora recurre al psicólogo quien también sorprendido dijo que el caso era excepcional y que el gatito requería una consulta con un sociólogo y un filósofo al mismo tiempo.
Desesperada la señora acepta la sugerencia y acude a estos dos prestigiosos profesionales, los mismos que luego de varias sesiones presumieron la solución, y así parecía; sin embargo luego de seis años de abstinencia se repite el comportamiento no deseado, lo que puso al borde del colapso a la señora que tuvo que ser hospitalizada en un centro hospitalario regentado por sacerdotes y dirigido por médicos, los mismos que al enterarse de la situación de la señora y su mascota sugirieron que acuda a un sacerdote especializado en exorcismo, al mismo tiempo la señora que hacía la limpieza de su habitación en centro hospitalario al contemplar la situación le dijo que ella tenía un gatito de iguales características y le encontró la solución con un brujo de Santo Domingo de los Tsachilas.
Al ser dado de alta ya recuperada la señora hace en lo simultaneo las dos consultas, lo que supera los seis años de abstinencia, dando alegría a la dueña, sien embargo al octavo año se demuestra nuevamente la ingobernabilidad de su mascota y un día desaparece y regresa en muy malas condiciones, lo que hizo indispensable y urgente el reunir a todos los profesionales consultados, los mismos que luego de 24 horas ininterrumpidas de deliberación deciden en consenso hacer una consejería de coaching, de grupos de apoyo más un estudio ecológico completo, un inventario de la utilización del tiempo y ver el peso de las influencias culturales, también al antropólogo y esto asociado a las nuevas recomendaciones en lo biológico, lo psicológico, lo social y lo espiritual con una versión conductivista y constructivista , sin reprensión, condicionamientos, chantaje, premios ni maltrato.
Pasaron nueve años por lo que parecía llegada la solución del comportamiento no deseado, sin embargo al décimo año el gatito recae.
Sin más aparente recursos para la solución de este gran obstáculo, la señora en intimidad con el gatito le pregunta muy consternada, el porqué de su comportamiento, el mismo que respondió que él era sencillamente asesor de los gatos más jóvenes.
Moraleja: Antes de buscar el cómo pregunta el que, y sobretodo escucha con atención y compasión.