Al inicio de mi vida, solo me abastecía,
en un trayecto que aunque parece corto
en ocasiones sentía intensamente que perecía
aunque todo por naturaleza se daba sin alboroto.

Ya implantado en la matriz ,la situación fue diferente
conectado y por intermedio de la placenta me alimentaba,
mi instinto, deseo e inteligencia se hicieron evidente
y así en el mar amniótico todo me contentaba.

Al nacer, la piel, los pechos, los besos, brazos, abrazos,
la mirada y el olfato me guiaban sin duda a la fuente,
y en intimidad y muy próximo se garantizaba el regazo
dándose atención, afirmación, amor y el apego contundente.

Y los meses pasaban y llegando a los seis ya me pude sentar
también como con mis manos; logré de a poco utilizar objetos,
y con comida pude comprobar, todo lo que el tacto puede constatar
es la forma que tengo para explorar todos los alimentos.

Ojos, olfato, audición y gusto, continúan este fantástico proceso
y obteniendo con mis encías el pedazo adecuado para saborear,
si me es conveniente, la boca a la porción da acceso
de lo contrario expulso de inmediato, para no atragantar.

Y luego en mi boca se da el acto capital de masticar
moliendo y diluyendo la comida sin prisa y con garantía,
una vez asegurada la porción que está lista para tragar
disponiendo mi organismo de lo elemental con alegría .

Son dieciocho meses que sin prisa ni imposición
pude por elección y decisión aprender a comer,
dejé de ser lactante y comida a mi gusto es la opción
para madurar y desarrollar con vitalidad y saludable crecer.

Dr. Bosco Alcivar Dueñas, Md.
Guayaquil 29 de marzo 2014.
Pediatría Integral

APRENDIENDO A COMER SOLO.