Cuando se lastima sin saber o por negligencia al corazón,
por mal uso de la razón, en ausencia total de la inteligencia,
y emociones e instintos superan a la suprema intuición,
es ahí donde el placer y la felicidad se ponen en evidencia.
La humana condición casi siempre camina a la destrucción,
la serenidad no tiene cabida y en silencio defiende la vida,
la apariencia, la vanidad y los vicios abonan a la corrupción,
no hay consciencia, respeto ni amor, por estar vacía y perdida.
No importa nada, hay insensibilidad y hay irresponsabilidad,
no hay mesura, no hay ni pizca de ternura por una criatura,
su aparente fortaleza, su aparente belleza es máscara y debilidad,
es forma equivocada de curar y sanar lo que en otrora fue tortura.
No hay solución sencilla a obstáculos catastróficos y complejos,
la divinidad siempre está presente para a los niños defender,
no hay que sucumbir ante el mal que quiere dejarnos perplejos,
defendamos nuestra esencia con alegría y dicha para así crecer.