Del confortable y sereno claustro uterino
que otorga el cuidado, asistencia, atención
y la materna protección como acto divino;
naceré con esmerada y digna contención.

Me separan del cordón umbilical a tiempo
cuando el organismo continúa sin decaer
reflejándose en color, tono y movimiento,
evidenciando suficiencia para no perecer.

Soy niño con energía de máxima expresión.
Humano que la utiliza como electricidad
y lo químico y lo mecánico en asociación,
disipando calor bajo control y comodidad.

Como altricial que más cuidado requiero
debo a mis padres improntar y plasmarme
teniendo que olerme, aliándose con esmero,
dando como efecto la acción de cuidarme.

También los microbios de mi madre tomaré,
de mucosas, piel y pecho de modo gradual.
Junto al amor y emociones armonía tendré
para defenderme desde lo esencial.

Todo me conduce a el control elemental,
de la nueva biología base de mi humanidad,
adquiriendo de manera estable lo mental
y lo social sin desconectarme de la unidad.

La crisis de nacer

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