El estornudo y la tos limpian la vía aérea con partículas que se adhieren en secreciones como la saliva, excreciones como el moco, o en polvo; para llevar virus, bacterias y células muertas que suspendiéndose en el aire forman aerosoles que viajan a velocidades de 50 a 200 km por hora y llegan a una distancia no superior de cuatro a ocho metros, pudiendo permanecer suspendidos por 10 minutos, para luego adherirse a pisos, paredes y objetos no desinfectados, donde permanecen por más tiempo y recircular.
Sin embargo, la llegada más segura no es el aire sino el transporte por las manos, por lo que deben lavarse (limpieza de barrido) con abundante agua y jabón -no antiséptico (usado para realizar procedimientos quirúrgicos), ni desinfectantes (usados para objetos), ni pensar en esterilizar como hacen los autoclaves o esterilizadores- y con esto sacar partículas que fueron transportadas por el aire y por las manos.
Tengamos presente que nosotros tenemos sobre nuestra superficie corporal diez veces más bacterias que células que nos conforman y diez veces más virus que bacterias además de hongos y parásitos que tienen la función de:
- Aumentar nuestra capacidad de inmunidad o de defensa.
- Facilitar la digestión de lo que comemos.
- Elaborar vitaminas.
- Atrapar sustancias tóxicas o venenosas conocidas como xenobióticos.
Es importante estar en habitaciones bien ventiladas -donde ingrese la luz solar- y tener presente que las enfermedades, las lesiones y las deshabilidades son parte del camino de la vida, que se presentan con expresiones devastadoras si hay predisposición genética, un estilo de vida sin moral ni ética, y, una espiritualidad sin estética, unidos a una red sanitaria ineficiente y a los siguientes precipitantes:
-
- Vectores, como los insectos entre otros.
- Agua y comida de mala calidad.
- Ambientes con mala circulación de aire.
- Ignorar los fomites u objetos que contienen microbios, tales como el teléfono celular, entre otros.
- Ausencia de hábitos de higiene corporal, mental, ambiental y espiritual.