En un sin tiempo ni espacio de la sinrazón,
hace la aparición lo divino, lo trascendente,
lo eterno, revelándose lo visible al corazón.
Llega al mundo Amelie, siendo lo evidente.
La sensibilidad era la via para así observar,
reflexionar, meditar y también contemplarla.
Denotaba excelente perfección para admirar,
invitándonos al gran compromiso de guiarla.
La sensorialidad permitió la comunicación,
siendo gran aliada a la pureza de la unidad,
para adquirir su humanidad a satisfacción,
ingresando así a su hogar y a la comunidad.
La sociabilidad gradual permitió racionalidad,
junto a la Inocencia, ingenuidad e inteligencia,
adquiriendo la consciencia sin incomodidad,
manteniendo su grandeza y su pura esencia.